Saturday, November 26, 2011

sándor márai- la mujer justa


Novela que se forma por tres monólogos: la esposa, él y su amante. Tres puntos de vista, tres realidades tan válidas que nos hacen reflexionar y volar.

“Hay momentos en la vida en que comprendemos que lo absurdo, lo imposible y lo inconcebible son en realidad tan ordinarios como sencillos. De pronto vemos con claridad todo el entramado de la vida: desaparecen entre bastidores personas que creíamos importantes y del fondo en sombras emergen otras de las que no sabíamos nada, pero en cuanto aparecen sabemos que estábamos esperándolas, y ellas a nosotros, en un destino común…

(…) hay una ordenación invisible en la vida: cuando la situación requiere que se lleve a cabo algo determinado, las circunstancias se convierten en cómplices, sí, e incluso el lugar y los objetos, y las personas cercanas se ponen en convivencia inconsciente con la situación.

Ayer ansiabas venganza, o quizá redención, querías que llamara, que te necesitara desesperadamente o que lo encerraran en la cárcel y lo ejecutaran. ¿Sabes?, mientras sientes eso, el otro se sentirá feliz y se mantendrá alejado. Aún tiene poder sobre ti. Mientras clames venganza, el otro se frotará las manos porque la venganza es un deseo, una especie de yugo. Pero llega un día en que despiertas, te frotas los ojos, bostezas y, de pronto, te das cuenta de que ya no quieres nada. Ni siquiera te inmutas cuando lo ves por la calle. Si llama por teléfono respondes, como debe ser. Si quiere verte, y la cita es inevitable, bueno, adelante. Y todo eso lo haces con ánimo tranquilo y sincero, ¿sabes? Ya no queda nada de dolor, de la convulsión, del delirio. ¿Qué ha pasado? No lo comprendes. ¿Ya no anhelas venganza?... Y entonces te das cuenta de que esa es la verdadera venganza, la única, la perfecta: ya no quieres saber nada de él, no le deseas nada malo ni nada bueno, ya no puede hacerte sufrir (…) Desperté una hermosa mañana y descubrí algo… sí, lo más importante, eso que uno sólo puede aprender por sí mismo…

La palabra humildad quizá sea demasiado importante. Para alcanzarla hay que saber perdonar, estar en gracia, y ése es un estado de ánimo excepcional. En la vida diaria basta con que seamos modestos y nos esforcemos en conocer nuestros verdaderos deseos e inclinaciones, y en admitirlos sin sentir verguenza. Y en conciliar nuestras aspiraciones con las posibilidades que nos ofrece el mundo.

¿Reconocemos los grandes encuentros? ¿podemos estar realmente conscientes de estar viviendo momentos decisivos? No puedo responder a esas preguntas. Sólo puedo cerrar los ojos y recordar. Sí, aquel día ocurrió algo. ¿Una corriente eléctrica? ¿Una radiación? ¿Un contacto misterioso?...”

No comments:

Post a Comment