Saturday, September 3, 2011

el tiempo en los enamoramientos


Claro que tenía que hablar de él. Es inevitable. Él podría ser el hombre perfecto que entra en el bar cuando todo es aburrido y gris. ¿Cómo pasarlo por alto? Bueno, en verdad es mucho atributo compararlo así; pero el punto es que siempre en un buen libro, el tiempo es un personaje.

Muchas son las veces en el que  “el paso del tiempo exaspera y condensa cualquier tormenta, aunque al principio no hubiera ni una nube minúscula en el horizonte. Uno ignora lo que el tiempo hará de nosotros con sus capas finas que se superponen indistinguibles, en qué es capaz de convertirnos. Avanza sigilosamente, día a día y hora a hora y paso a paso envenenado, no se hace notar en su subreticia labor, tan respetuosa su mirada que nunca nos da un empujón ni un sobresalto. Cada mañana aparece con su semblante tranquilizador e invariable, y nos asegura lo contrario de lo que está sucediendo: que todo está bien y nada cambia, que todo es como ayer –el equilibrio de las fuerzas –, que nada se gana y nada se pierde, que nuestro rostro es el mismo y también nuestro pelo y nuestro contorno, que quien nos odiaba nos sigue odiando y quien nos quería nos sigue queriendo. Y es todo lo contrario, en efecto, sólo que no nos permite advertirlo con sus traicioneros minutos y sus taimados segundos, hasta que llega un día extraño, impensable, en el que nada es como fue siempre…

Nunca nos parece el momento justo, siempre pensamos que lo que nos gusta o alegra, lo que nos alivia o ayuda, lo que nos empuja a través de los días, podía haber durado un poco más, un año, unos meses, unas semanas, unas cuantas horas, nos parece que siempre es temprano para que se les ponga fin a las cosas o a las personas, nunca vemos el momento oportuno, aquel en el que nosotros mismo diríamos: “Ya. Ya está bien. Es suficiente y más vale. Lo que venga a partir de ahora sera peor, un deterioro, un rebajamiento, una mancha.” A eso nunca nos atrevemos, a decir “este tiempo ha pasado, aunque sea el nuestro”, y por eso no está en nuestras manos el final de nada, porque si dependiera de ellas, todo continuaría indefinidamente, contaminándose y ensuciándose, sin que ningún vivo pasara jamás a ser muerto.”

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